La oralidad

La oralidad me parece algo sencillo de manejar, puedes adaptarlo a tu favor según la situación, personas y contexto. La oralidad refiriéndonos a la expresión por medio de vocablos es, técnicamente, sencilla, ya que se puede aprender a hablar más claro, grave, manejar el tono, las pausas, la respiración, etc; por ejemplo, la oralidad es una de las habilidades que son enseñadas a los presidentes de los países, esta es una acción que deben tener muy dominada, cada días deben hablar con todo tipo de personas y deben hacerlo de una manera convincente y persuasiva, a veces. 

La oralidad bien manejada puede llamar a la escucha, el simple tono en una persona puede lograr que le prestemos atención, ya que la voz nos atrae. Escuché alguna vez que no importa qué digas, sino saber cómo decirlo. Un ejemplo muy vívido de esto es una "cantaleta" de la mamá, el simple hecho de que suba el tono o que nos hable de manera que nos degrade, nos molesta. Mientras que si un amigo o un profesor nos da un consejo, lo recibimos, debido a que nos lo dicen dulcemente. Las mamás dan consejos, pero nos los dan en un tono errado, "el tono cantaleta" lo podríamos llamar.

El problema de la expresión oral radica, creo yo, en el manejo corporal, si éste no es bien manejado lo que decimos podría pasar desapercibido o ni siquiera ser escuchado porque nuestro cuerpo lleva al oyente a otro lugar. Es más complicado el manejo corporal debido a que se da de manera espontánea o, mejor dicho es un reflejo de lo que sentimos. La manera en que nos paramos, sentamos, cómo nos movemos (o nos quedamos quietos) es definido por cómo estamos mentalmente. Si miramos al piso estamos nerviosos; si no miramos al oyente no habrá lazo comunicativo; si nos quedamos quietos, lo que decimos podría carecer de énfasis; si nos movemos demasiado, podríamos distraer al oyente.

El manejo de la oralidad en sí no es un problema, el problema consiste en que para poder ser unos buenos maestros debemos dominar, además de esta habilidad, otras como el manejo del espacio, crear un lazo con el estudiante para que nos escuche, manejar el tablero, saber adaptar el discurso según los estudiantes que tengamos. Son todas estas características juntas las que crean un buen emisor.